John Irving es un escritor con talento. Norman Mailer es un escritor con talento. John Updike es un escritor con talento. Lo único que digo es que han echado a perder su carrera profesional al no involucrarse en la vida que los rodea, al volver la espalda al rico material de un país sorprendente en un momento fabuloso de su historia. En lugar de salir al mundo, en lugar de zambullirse (como yo) en el irresistible carnaval de la vida estadounidense actual, en el aquí y el ahora, en lugar de echar a andar con un grito de guerra dionisíaco, como habría dicho Nietzsche, y sumarse a la bulliciosa y chabacana verbena, plagada de lujuria, que vibra a su alrededor con el estentóreo sonido de un tambor amplificado con un altavoz de ocho canales, los viejos leones se replegaron, se escondieron, protegiéndose los ojos de la luz, y se refugiaron en temas como el pequeño hueco donde habitan -léase "el mundo literario"- o asuntos tan esotéricos como los presuntos pensamientos de Jesús.



En: Tom Wolfe, El periodismo canalla y otros artículos, Ediciones B, Barcelona, 2001, pág. 216 .


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