Un bochornoso día de diciembre almorzábamos con Eduardo Falú, después de la grabación que había hecho de la Milonga del muerto. Borges nos habló de su reciente visita a los Estados Unidos y de una experiencia maravillosa que había tenido en California: un viaje en globo. "En un avión -explicó Borges- uno no tiene la sensación de volar. Los trayectos aéreos lindan con el tedio; no se sienten el mar ni las montañas. El globo, en cambio, nos depara la verdadera convicción del vuelo." 

El maestro Falú, asombrado por la predisposición de Borges hacia la aventura, lo interrumpió para exclamar:

-¡Qué maravilla, Borges, es increíble que con más de ochenta años usted se anime a esas cosas! ¡Sabato seguramente no lo haría!

-Depende -contestó Borges-, si invitan fotógrafos, tal vez sí..



En: Roberto Alifano, Borges: Biografía verbal, Plaza&Janés, Barcelona, 1988, págs. 203 y 204.


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