¡Qué fatigante resulta Salinger en Franny & Zooey con su pequeña familia de personajes inteligentes! Gide vio justo cuando dijo que no había nada peor que crear personajes intelectuales: sólo se logra hacerles decir asnadas. Qué minucia, además, en su descripción, qué cuidado en hacer cambiar de posición a sus criaturas antes de cada réplica. En verdad, sus personajes se mueven como egresados del Actor's Studio: se extienden sobre la alfombra para conversar o ponen un pie en un diván. Además, qué manera de dilatar el tiempo, sólo gracias al artificio de la conversación. Estoy en la página 200 y sólo han pasado tres cosas: conversación de Franny y Lane en el restaurante, conversación de Zooey y su madre en el baño y conversación de Zooey y Franny en el Salón.


En: Julio Ramón Ribeyro, La tentación del fracaso, Seix Barral, Barcelona, 2003, pág. 294.


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